Profesores, alumnos y padres, nos hemos reunido hoy para
rendir un sentido homenaje a Antonio Gerardo García González. Con un salón de
actos repleto y en un ambiente intimista donde se podía casi palpar el cariño,
la admiración y el respeto de todos los presentes hacia la persona de Antonio,
ha comenzado el acto -la voz entrecortada por la emoción- nuestro actual
director, Juan Bayona, que tantas horas pasara junto a Antonio como jefe de
estudios. Juan ha hecho una emotiva rememoración de la meritoria labor de
Antonio como director de nuestro Centro durante 10 años y nos ha recordado su
insistente preocupación por todos los alumnos del Instituto. Es verdad; en mis
paseos con él estando de guardia durante los recreos me sorprendía que supiera
los nombres de todos los alumnos, incluso de los que no les daba clase. Nos ha
contado Juan que Antonio no podía admitir que un alumno tirase la toalla y
abandonara. Ahí estaba él para insuflarle ánimo y fuerzas para que siguiera.
También es verdad; en mis años con él, he visto alumnos entrar con sus padres a
su despacho para pedir la baja y salir con el ánimo repuesto y con la intención
de seguir, llegando luego a aprobar Selectividad. Finalmente, Juan, estremecido por la emoción, casi no ha podido terminar un poema de Miguel
Hernández:
A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas
cosas,
compañero del alma, compañero.
Después ha tomado la palabra, María José Mora, alumna de 2º
de Bachillerato, que en representación de todos sus compañeros nos ha ido
relatando sus impresiones sobre Antonio durante las primeras clases de
Filosofía del curso pasado; de cómo tras su apariencia de persona severa y
exigente se podía apreciar una persona amable, comprensiva y sensible, preocupada por
la suerte de sus alumnos “mozuelos” hasta el punto, como ella reconocía, de
haber dejado en todos ellos una huella profunda en su educación que nunca
podrán olvidar.
Sus alumnos de 1º Bachillerato del curso pasado le han dedicado una pieza musical.
Luego ha iniciado su discurso el representante del AMPA, D. Francisco
Manjón, que ha evocado la labor profesional de Antonio y nos ha contado una de
sus conversaciones con él en la que se mostraba la admiración que sentía por la
enseñanza disfrutando al apreciar como el saber iba abriéndose paso en la mente
de sus alumnos con la asimilación de nuevos conocimientos. Como muestra de
agradecimiento, ha entregado a la familia de Antonio –Margarita y
Alejandro- una reproducción de un olivo. En ese instante me han venido a la
memoria muchas cosas, sobre todo el amor que Antonio sentía hacia esta tierra y
sus olivares. Muchas de nuestras conversaciones trataban sobre el campo, las
olivas, la aceituna, la lluvia, el aceite, los espárragos, las setas… y es que, Antonio,
era también –y eso no se ha dicho hoy-
un gran apasionado de nuestra tierra y de sus costumbres.
Todos sentimos profundamente que ya no esté entre
nosotros. Todavía se me hace raro cruzar el patio, solo, en dirección a las
aulas en la primera hora de la mañana.
Quiero terminar esta crónica recordando al filósofo estoico Marco Aurelio:
Quiero terminar esta crónica recordando al filósofo estoico Marco Aurelio:
"Me detuve a pensar en las cosas que hacíamos juntos y vi lo terrible de la muerte al privarme de ellas para siempre".
Yo también te quiero dedicar una canción:
"De paso", canción de Luis Eduardo Aute interpretada por León Gieco.
Mi mas sentido pésame a la familia de esa gran persona. Tuve la oportunidad de conocerlo y puedo decir que fue una gran persona.
ResponderEliminarMiguel Ávila.